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martes, 18 de septiembre de 2012

Axel Wittenveen transmite emociones y sentimientos a través de sus canciones. Con una voz intimista y confidente, nos presenta su último CD. Además, aprovecha para revelarnos la razón de su gran felicidad.


Mezcla de rocker y de chico bueno de la cuadra, Axel Patricio Fernando Wittenveen (Axel, para todo el mundo) hizo propio aquello de que se hace camino al andar. Durante los últimos doce años, se cargó la guitarra al hombro para salir a recorrer cada pueblo adonde lo invitaban a cantar. Y a cada paso sembró, además de melodías románticas, un mensaje de solidaridad, valor que domina su vida y que poco a poco intentará inculcarle a Agheda, una preciosura que hace un año lo hizo debutar como papá.
El músico de 34 años que acaba de lanzar su flamante disco, Un nuevo sol, jura que es feliz
.
–¿Cuánto te inspiró Agueda para tu nuevo disco?
–Mucho. Ser papá me motivó por completo. Mi hija tiene un año y tres meses. Su nombre significa “virtuosa”, la persona honesta, derecha, que se maneja con equilibrio y ética.
–Valores que vos mismo te ocupás de transmitir a través de tu música…
–Sí. Siempre transité un camino en el que me preocupé por el desarrollo del espíritu. Si bien escribo sobre el amor, no lo veo solo como el sentimiento hacia una pareja, sino como energía. Hablo del amor a Dios, a la vida, a la tierra, al universo, a la mujer, al hombre, a los chicos, a los padres... Este disco se llama Un nuevo sol porque es una nueva energía que baja a la Tierra, que rompe estructuras viejas para instaurar una nueva filosofía que es de unidad, de solidaridad, de amor, de respeto, de buena onda.
–Decías que tu flamante paternidad influyó en lo creativo. ¿Cómo es tu hija?
–Una mezcla. Me encanta encontrarle cosas parecidas a mí, o cuando me dicen que tiene mi pelo. (Se le ilumina la cara). Es una ternura, un amor. Me resulta difícil de explicar con palabras todo lo que me hace sentir porque todos los días descubro algo nuevo. Ella es mi primera hija. Pensaba que el amor era una cosa y me doy cuenta de que es mucho más. Estoy feliz, muy agradecido con que me haya elegido como padre y es lo mejor que me pudo pasar en la vida. Ella potenció mi sensibilidad a un extremo más alto para componer este disco.
–¿Le dedicaste alguna canción?
–Sí, se llama “Es ella”. En realidad, no le hablo a ella, le hablo a la mamá, haciendo referencia a ella. Sobre el final del tema, grabó mi hija.
–¿Cómo fue?
–Cuando tenía once meses, la llevé a mi estudio y le puse la canción mientras la tenía a upa. Cuando terminó de sonar mi voz y solo quedaba la coda musical, se dio cuenta de que faltaba yo y empezó: “Papá, papá”. Entonces, le puse el micrófono y la grabé.
–¿A los once meses Agueda ya te decía “papá”?
–Sí, y a los diez le preguntabas cómo se llamaba y te respondía: “Agui”. También sabe contar hasta cinco.
–Está súper estimulada.
–Sí. Lo bueno de este último año es que, como estaba preparando el disco, tuve pocas giras, así que pude estar enfocado de lleno en ella, lo mismo que su mamá, que tiene el privilegio de no trabajar y poder dedicarle todo el día. Agui tiene un vocabulario de setenta palabras y arma oraciones. El pediatra nos dice: “Paren un poco”.
–¿Te imaginabas en tu rol de papá?
–Seguramente deseaba ser papá, pero nunca imaginé en qué época de mi vida iba a pasar ni cómo sería yo en ese rol, así que todo es nuevo, tanto el descubrirla a ella como descubrirme a mí. En esta etapa, ya hay que ponerle ciertos límites y mostrarle que en la vida hay otras personas y no podés lastimar. Ella tiene que entender que hay que compartir las cosas. No sé si estoy haciendo bien o mal, pero con amor estoy dando el cien por ciento de mí.
–¿Qué otras cosas te inspiraron para este nuevo trabajo?
–El día a día. Escribo sobre lo que vivo, sobre las historias que suceden a mi alrededor, en mi mundo.
–¿Creés que esa es la razón por la que tenés un público tan amplio?
–Puede ser. El otro día una periodista me contó que su abuela, de 92 años, tiene en su cuarto fotos de sus nietos y una mía. Ella le preguntó qué hacía yo ahí, y la abuelita le respondió que para ella era como un nieto más. El público se amplió mucho, es muy familiar. También, en doce años de carrera, la gente vio en mí una coherencia entre lo que digo y lo que hago: nunca tuve un escándalo, no me creo ni más ni menos que nadie…
–Tenés esa cosa de chico bueno, a pesar de que leí que de chico te echaron del colegio. ¿Es así?
–(Se ríe). Sí, eso fue en cuarto grado. Me mandaron a hacer un psicodiagnóstico y me dijeron que estaba todo bien, que solo era inquieto, revoltoso. A mí me gusta hacer. Podría relajarme y tirarme a ver una película en mi casa de Córdoba, que es donde estoy la mayoría del tiempo, pero no tengo ni televisión ni Internet. Bajo de la montaña cuando me toca promocionar mi trabajo. (Piensa). Es cierto lo que decís, tengo buena prensa. De hecho, me llamaron de distintos partidos políticos. Agradezco a la gente que hace buena política. Me convocaron por temas relacionados con las escuelas. Eso es copado. Pero hay otros que me llamaron para que me sumara a proyectos políticos que no me interesan, al menos no en este momento de mi vida.
–¿Por qué creés que te convocan?
–Porque ven que soy activo. Por ejemplo, si volviendo de Córdoba veo en el camino una escuela que tiene necesidades, enseguida les consigo zapatillas o gorritos. En este último tiempo, la idea de la política empezó a coquetearme, pero la verdad es que no tengo ni idea del tema: solo me interesa ayudar a la gente. Quizá sea mejor hacerlo de manera independiente, como hasta ahora.
–¿Alguna vez soñaste que ibas a tener este presente?
–No, la verdad es que no. Fantaseaba con que algún día me seguirían muchas personas, pero no soñaba tanto. El universo da más de lo que uno pide y si ve que trabajás con amor, con el bien como espada, te da una mano. Igual, estoy siempre preparado para sacar un disco un día y que no pase nada.
–¿De verdad?
–Sí, yo no me genero expectativas. Yo soy feliz. En una época en la que en la Argentina se venden muy pocos discos, me acaban de confirmar que mi disco anterior, Universo, vendió casi cien mil copias. Está bueno, pero esa no es la razón por la que soy feliz. Mi disco tiene muchas canciones con mensajes y en una de ellas, “Tu estrella”, hablo de eso, de no culpar al entorno o a lo que no tenés por tu infelicidad. La felicidad viene de adentro. ¿Mi hija me hace feliz? Obvio, pero si no tuviera una hija, sería feliz igual. Me encanta estar en la montaña, pero si no estoy, soy feliz igual. Estoy muy bien con mi pareja y me encanta estar con ella, pero si no la conociera, también sería feliz...
–Y ahí se arma...
–(Se ríe). Es que la canción dice: “Yo no soy tu estrella, vos sos tu estrella”.
–¿Qué gran gusto te pudiste dar solo porque sos músico?
–(Piensa). Muchos. Le debo todo a la música. Pero si tengo que elegir, te diría que lo más lindo fue subir al escenario del Luna Park a mi papá, que es un gran músico, aunque lo hace como hobby. Cantamos juntos “Mirá”, que es un tema que compusimos los dos. Fue inolvidable.
–Latinoamérica es un continente que recorrés seguido por tu trabajo. ¿Te dio amigos?
–Con David Bisbal tengo muy buena onda; también, con Sonia Orozco (española, pero que frecuenta el continente), con Coti, Alejandro Fernández, Juanes, Lucho Jara… Hay muchos colegas con los que tengo la mejor onda.
–¿Qué pasa con los locales?
–No sé, el argentino es prejuicioso y exitista... Te diría que solo con la Sole tengo una amistad verdadera, de llamarnos para los cumpleaños y esas cosas. En otro ámbito, con Lionel Messi tengo una relación hermosa. El es una megaestrella. Lo mismo que con Juan Martín Del Potro o “Pico” Mónaco.
–¿Cuál sería el prejuicio con vos por parte de los músicos? Este año armaste una movida solidaria en la que sorprendiste por la cantidad de artistas que te acompañaron...
–Sí, fue una alegría ver todos los colegas que participaron. Hubo solo tres, que justamente le cantan a la vida, que no se sumaron. Pero no voy a dar nombres. Lo que creo que pasó conmigo es que al principio yo cantaba solo canciones de amor. Después, pasó el tiempo, y vieron que además de cantar, compongo, toco el piano, la batería, la mandolina, el ukelele... Entonces, piensan: “Ah, no me gustará lo que canta, pero el tipo es músico, tengo que respetarlo”. Una vez me estaba haciendo un tatuaje y un chico me preguntó qué música hacía. Cuando le dije: “Melódica”, me contestó: “Aguante el metal”. Sin embargo, después me contó que a Alejandro Sanz lo respetaba. Si bien no me comparo con Sanz, coincidimos en que él escribe sobre el amor, pero también toca la guitarra, el piano... Ojo, a mí el público nunca me discriminó.
–¿Qué se escuchaba en tu casa?
–Mucha música clásica, folclore, algo de protesta porque mi mamá era más bien hippie... Papá compraba música de México, de Irlanda, de Bulgaria y las escuchábamos por un tiempo largo. Poníamos música a la hora de comer, y eso me nutrió mucho.
–Hablando de comer, ¿cocinás?
–Sí, soy vegetariano, así que preparo un poco de todo. Lo que me encanta es el pan, que amaso todas las semanas. La comida lleva la energía de quien la hace, como dice la película.
–Pronto arrancás tu gira y vas a volver a recorrer la Argentina. ¿Hay algún mensaje que les quieras dejar a tus fans?
–Sí. Lo más lindo del artista es la comunión que puede establecer con el público. He tocado en pueblos que no tienen ni una calle asfaltada. Por eso, quiero que sepan que estamos tratando siempre de llegar a nuevas ciudades. Después de siete años, voy a estrenar banda. Hay gente muy joven, que acaba de salir del conservatorio. Algunos no tenían instrumentos y yo se los compré, así que son músicos con hambre linda de escenario. Por otra parte, vamos a implementar la modalidad de que quienes quieran y puedan lleven, además, un alimento no perecedero a los shows. Todo se va a donar a distintas instituciones de cada zona. Estoy ansioso por encontrarme cara a cara con mi público.

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